Una vez realizadas todas las valoraciones, los profesionales de la administración pública determinarán el grado de dependencia. Son los siguientes:
- Grado I: dependencia moderada. La persona necesita ayuda para distintas actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día, o necesita ayuda de manera intermitente.
- Grado II: dependencia severa. La persona necesita ayuda para diferentes actividades básicas de la vida diaria, dos o tres veces al día, pero no requiere la presencia permanente de una persona cuidadora.
- Grado III: gran dependencia. La persona necesita ayuda para distintas actividades básicas de la vida diaria unas cuantas veces al día, así como la presencia indispensable y continua de otra persona.
Además, el grado de dependencia puede ser revisado a instancias de la persona afectada, sus representantes o la administración, si se produce un cambio en la situación o si aparece una nueva patología.
n cuanto se haya dictaminado el grado de dependencia, los servicios sociales públicos de atención primaria o de los centros residenciales elaborarán, de manera conjunta con la persona dependiente o sus representantes, un programa de atención personalizado.
El propósito es proponer la prestación de determinados servicios y/o prestaciones económicas, teniendo en cuenta las necesidades de la persona, el entorno familiar y social y la disponibilidad de los servicios.
Las prestaciones de servicios pueden ser las siguientes:
- Servicio de prevención de dependencia y promoción de la autonomía.
- Teleasistencia.
- Atención social domiciliaria.
- Centros de día.
- Servicios residenciales en diferentes modalidades.
- Formación y acompañamiento a las personas cuidadoras.
Las posibles prestaciones económicas son:
- Prestación vinculada a un servicio (atención domiciliaria, centros de día o residencia).
- Prestación a la persona cuidadora no profesional.
- Prestación de asistente personal.
Para calcular los importes de las prestaciones económicas de las ayudas a la dependencia siempre se tendrá en cuenta la capacidad económica de la persona dependiente.